Soneto XLVI ( Pablo Neruda )
de las estrellas que admiré,
mojadas por ríos y rocíos diferentes,
yo no escogí sino la que yo amaba y
desde entonces duermo con la noche
De la ola, una ola y otra ola, verde mar, verde frío, rama verde,
yo no escogí sino una sola ola: la ola indivisible de tu cuerpo.
Todas las gotas, todas las raíces,
todos los hilos de la luz vinieron,
me vinieron a ver tarde o temprano.
Yo no quise para mí tu cabellera.
Y de todos los dones de mi patria
sólo escogí tu corazón salvaje.
sólo escogí tu corazón salvaje.
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