segunda-feira, 14 de dezembro de 2009

Soneto LXXIX










De noche, amada, amarra tu corazon al mio
y que ellos en el sueno derroten las tiniebla
como un doble tambor combatiendo en el bosque
contra el espeso muro de las hojas mojadas.



Nocturna travessa, brasa negra del sueno
interceptando el hilo de las uvas terrestres
con la puntualidad de un tren descabellado
que sombra y piedras frias sin cesar arrastrara.



Por eso, amor, amarrame el movimiento puro,
a la tenacidad que en tu pecho golpea
con las alas de un cisne sumergido,
para que a las preguntas estrelladas del cielo
responda nuestro sueno con una sola llave,
con una sola puerta cerrada por la sombra
 
(Pablo Neruda)


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